Arte, pasión, raza y corazón. Cuatro ítems que definen la esencia del flamenco. El también conocido como arte jondo fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2010.
Aunque existe cierta controversia sobre el origen del flamenco, esta forma de arte musical tal y como lo conocemos hoy en día basada en el cante, el toque y el baile tiene su origen en la Andalucía del siglo XVIII. Se trata de una expresión artística que nace de la mezcla de diferentes culturas como la árabe, la judía, la gitana, etc., hasta conformar un estilo de danza y música característico del sur de España.
Primeros pasos
En sus inicios, el flamenco se interpretaba sin acompañamiento instrumental. Con el cante jondo, el más genuino cante andaluz de profundo sentimiento, los cantaores rozan el alma del espectador. Con el baile, se transmiten y despiertan multitud de sensaciones a través del movimiento y el zapateado, una parte fundamental en la que el bailaor se convierte en músico gracias a sus pies. Pero en la actualidad no se entiende un espectáculo flamenco sin el toque, sin los guitarristas flamencos que a través de diferentes técnicas le aportan ese aire de solemnidad y alegría sonora a cada uno de los compases.
La historia del arte flamenco es tal que incluso existe el Museo del Baile Flamenco ubicado en Sevilla, un lugar que contribuye a la comprensión del flamenco como patrimonio de Andalucía y de la Humanidad. De igual forma, el Centro Andaluz de Flamenco de Jerez de la Frontera tiene como misión la recuperación, conservación, investigación y difusión del flamenco. Sin embargo, el mejor lugar para disfrutar de las mejores creaciones e improvisaciones de los artistas es sobre un tablao. Sevilla, Granada, Córdoba, Jerez de la Frontera y Murcia rezuman flamenco por los cuatro costados. Buen ejemplo de ellos son las cuevas del Sacromonte de Granada, donde se asentaron los primeros gitanos tras la conquista de la ciudad, y donde se desarrollan diversos espectáculos de flamenco a diario.
El bailarín Jesús Carmona (Badalona, 1985) define el flamenco como “un arte primario que llega a la raíz de la emoción del ser humano, lo que lo convierte en un arte universal”. Para Blanca Ávila Molina (Córdoba, 1946), quien debutó a los 12 años para aterrizar a los 14 en el tablao madrileño Corral de la Morería en el que ha desarrollado la mayor parte de su carrera, el flamenco es “sentimiento y pasión; germinaba y germina por todos los rincones de Andalucía, y yo soy andaluza; ¡con eso lo digo todo!”. Para ella, “se trata de un lenguaje sin fronteras capaz de llegar a todos los lugares, una mezcla de sentimientos que vivimos a lo largo de la vida y que a través del tiempo se convierten en arte”. Cabe destacar que en la actualidad Blanca dirige El Corral de la Morería. Un lugar por el que han pasado personajes tan ilustres como Ava Gadner, Tina Turner, Pablo Picasso o Salvador Dalí, y que en su interior alberga un exclusivo restaurante con cuatro mesas galardonado con una estrella Michelin. Y es que, para esta bailaora, “los caminos del arte, en todas sus expresiones, siempre coinciden”.
Más allá de Andalucía
Son centenares los tablaos ubicados en el sur de España así como los festivales de flamenco que allí se celebran. El de Jerez, que tiene como hilo argumental el baile flamenco y la danza española, se ha convertido en una referencia a nivel mundial gracias a su apuesta decidida por la evolución de este arte, el desarrollo de sus formas expresivas y la modernización. Y el Festival de la Guitarra de Córdoba expresa diferentes manifestaciones musicales y artísticas en torno a este instrumento. Sin embargo, ya no es necesario desplazarse hasta Andalucía para vivir el flamenco de primera mano, ya que la inmensidad de este arte lo ha convertido en un reclamo en los mejores tablaos españoles.
En Barcelona encontramos tablaos como Palacio del Flamenco o Los Tarantos donde disfrutar de los mejores espectáculos en vivo. Este último, ubicado en la famosa Plaza Real, abrió sus puertas en 1963. Referente indispensable del flamenco en Barcelona gracias al alto nivel de los artistas que siempre han actuado, en la actualidad apuesta por lo mejor del flamenco emergente del país. Además, la capital catalana acoge el festival Ciudad Flamenco donde una guitarra española acompañada de palmas, cante y baile serán lo único necesario para poner la piel de gallina al espectador. Madrid también cuenta con su propio festival de flamenco con más de 40 espectáculos en distintas salas de la ciudad capaces de deleitar al público más exigente.
Y es que artistas tan reconocidos como Jesús Carmona se iniciaron en el arte flamenco fuera de Andalucía. Su debut profesional tuvo lugar con la Orquesta del Teatro Liceu de Barcelona a los 16 años, ya entonces comenzó su andadura como bailarín hasta crear su propia compañía y presentar sus espectáculos por los cinco continentes. Reconoce que “en el resto del mundo, el flamenco es abrazado y ovacionado por todos los públicos, recibimos más apoyo y cariño en el extranjero que a nivel nacional”. “El flamenco nació conmigo, no tengo un solo recuerdo en mi vida que no sea acompañado de este arte”, afirma Carmona. Pese a tener como referentes a artistas tan variopintos como Farruco o Michael Jackson para así “poder sacar siempre algo positivo y aprovechable de todo aquel que muestre su arte con respeto y verdad”, este bailarín de familia cordobesa asegura que “la rueda del flamenco no para, está bien engrasada y en constante movimiento, con jóvenes talentos que vienen pisando muy fuerte”.