Madrid. Visión compartida
© Silvia González Poncelas
Madrid

Nos reunimos con cuatro madrileños del mundo de la arquitectura, las letras, la moda y la viticultura que viven enamorados de la capital española. No todos nacieron en Madrid pero la quieren, la admiran y la respetan.

Muhammad I fundó Madrid -en un primer momento, Magerit- en el año 852. En 1085, las tropas del rey Alfonso VI querían hacerse con la villa. Uno de los soldados empezó a trepar por la muralla clavando una daga en las juntas de las piedras; subió con tal agilidad que le compararon con un gato. Cuando empezó la lucha, el soldado corrió al torreón y cambió la bandera árabe por la enseña cristiana. En memoria a esa hazaña, a todos los nacidos en Madrid se les llama ‘gatos’. Principalmente a los de tercera generación, como es el caso de Charo Izquierdo, una de las invitadas a participar en la mesa redonda de la capital: “Estoy orgullosa de ser ‘gata’, nieta e hija de madrileños”.

Parece mentira pero, lo que resulta más difícil a día de hoy es encontrar a un ‘gato’ de los de verdad, dado que Madrid es una de las ciudades con mayor capacidad de acogida. “Como sudaca”, comenta Carmen Posadas entre risas, “me gusta resaltar la parte multicultural de España, algo relativamente reciente. Cuando mi familia y yo llegamos éramos como el “tío de América”: teníamos un coche muy bueno porque mi padre era diplomático y los niños venían corriendo detrás”, rememora.“En esa ciudad provinciana, hace relativamente poco hubo una especie de ‘big bang’, y comenzó a surgir el Madrid de los marroquíes, el de los chinos, el de los ingleses, el de los ecuatorianos… Cada uno es completamente distinto y eso es un fenómeno nuevo”. Tanto es así que la autora quería escribir un libro titulado “La vuelta a Madrid en 80 mundos”. “Es una ciudad muy abierta, a nadie le preguntan de dónde viene, y no importa ni siquiera si hablas o no español”, argumenta Carlos Falcó.

Ese crisol de culturas ha convertido a los madrileños en personas amables, que están deseando que vengan visitas para explicarles la ciudad. “Existe una buena relación con la gente de fuera”, asegura Lamela. “Es cierto, a los diez minutos de estar en Madrid ya eres uno más. Hay otras ciudades en las que la gente tarda más en abrirse pero Madrid no ha perdido esa esencia pese a la llegada de tanta gente venida de fuera”, aporta Posadas. “Los nacidos en Madrid están en minoría pero son muy abiertos, la ciudad no juega a juegos identitarios de cromosomas y genes, sino que es enormemente abierta” apunta Falcó, sevillano de nacimiento.

Para el arquitecto de proyectos tan importantes como la terminal T4 del aeropuerto, Madrid es una ciudad compacta. “Es muy pequeña para los habitantes que tiene, resulta fácil moverse por ella. Tienes el aeropuerto a 10 minutos desde cualquier lugar, y además es barata. Un hotel de 500€ en Londres o París tiene el equivalente en Madrid por 150€, y en vez de gastar 100€ por comensal, puedes gastar 20€ y comer bien”, añade.

Para Falcó, Madrid lo tiene todo y su futuro es esplendoroso. Una oferta cultural, musical y teatral extraordinaria, un clima fantástico, las mejores infraestructuras de Europa… Es más, pese a la crisis económica, ha crecido año tras año hasta convertirse, actualmente, en una ciudad en transformación más enfocada al turismo y preocupada por los temas de sostenibilidad, explica Izquierdo. “Es, probablemente, la cuarta capital de Europa”, matiza. “Está llena de cultura: junto con Alemania tiene el polo de museos más importante, es una ciudad muy divertida y a nivel gastronómico también es muy rica”, destaca. Como consecuencia, para nuestros invitados Madrid sabe y huele a comida: a cocido madrileño según Lamela, a cochinillo y horno de leña según Posadas y a churros según Izquierdo. 

En cambio para Falcó huele a madroño, haya, encina, etc. gracias al amplio ecosistema de la comunidad. “Soy agricultor, ecologista y jardinero, y en Madrid hay una cantidad de paisajes… Hayedos, bosques de hoja caduca, encinares, pinares… Incluso zonas más manchegas con un paisaje más duro”, resume. Pero también huele a frescor, a mimosas. Es la capital más verde de Europa en superficie, tiene calles y avenidas muy arboladas, y también es la capital más alta de Europa (600-700 metros) con lo que el aire es limpio y el color del cielo de un azul brillante muy potente. “Los atardeceres de Madrid, que pintaban Velázquez y Goya, la configuración de las nubes… No lo he visto en ningún otro sitio del mundo”, confirma Posadas.

Para Izquierdo, siempre hay un momento del año en el que la ciudad, de pronto, se llena de pájaros y se tiñe de ese color verde tan característico. “Fue nombrada capital de España principalmente por su cercanía al parque natural del Pardo, porque a los reyes les encantaba cazar, por lo que su relación con la naturaleza es muy grande”, resalta Lamela. “Además está al lado de la Sierra y tenemos la montaña al lado, ¡casi podríamos organizar unos Juegos Olímpicos de invierno!”, enfatiza. En función de la época del año, hay varios Madrid por descubrir. “En primavera no te puedes perder el botánico y, aunque me encantan los museos, si vienes un día lo más interesante está en la calle: el barrio de las Letras, los Austrias… Una ciudad hay que pasearla y sentirla”, remata Izquierdo. 

Y es que lo bueno de una ciudad compacta como la capital es que todos los lugares emblemáticos están muy cerca, destaca Posadas: “El Reina Sofía, el Thyssen, el Prado, el Retiro… Puedes recorrer los sitios más importantes de Madrid gracias a los 300 metros, como mucho, que los separan”. Sin embargo, en un día no te puedes dar un atracón de museos tal y como dice Lamela, por lo que propone una vuelta rápida por alguno de los principales, sin dejar de lado los menos conocidos de la ciudad como son el arqueológico o el del traje. No hay que olvidar que en Madrid, simplemente viendo museos, cualquiera podría estar una semana. “Lo mejor es recorrer en coche la calle Atocha hasta el Palacio Real y la Plaza de Oriente, bajar hasta Plaza Mayor, Sol y coger San Jerónimo para ver la zona más bonita de Madrid. Seguir por la Castellana para ver el barrio de Salamanca, Ortega y Gasset… Y si eres muy futbolero, acabar en el tour del Santiago Bernabéu”, cuenta Lamela.

Sea como sea, para cualquier madrileño -‘gato’ o no- es un orgullo formar parte de la historia de la capital. “Estoy orgullosa de ser madrileña por deseo propio”, expresa Posadas. “Todo el mundo quiere estudiar en España por esa idea del Madrid divertido que nunca duerme; para la gente joven es prácticamente un destino obligado”, detalla. “Es la capital de España y de la hispanidad, compartimos idioma con Sudamérica y eso es una referencia; ¡hacer 10.000km en avión y seguir hablando en castellano es una maravilla! Solo cuando viajas te das cuenta de la suerte que tenemos y de lo que hemos mejorado”, reafirma Lamela. “En España tenemos un millón de hectáreas de viñedos, por lo que somos el mayor viñedo del planeta, y 2.5 millones de olivos, casi la mitad de los que hay en el mundo; eso también es una suerte”, comenta Falcó. “Sí, está claro que somos muy afortunados por tener dos ciudades tan potentes y distintas a la vez como son Madrid y Barcelona”, finaliza Lamela. Así es.

Fotografías: © Daniel Torrelló