El magnetismo de una isla
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Ibiza
Eivissa

Además de un vibrante ocio nocturno y 50 playas cristalinas, Ibiza ofrece al visitante 27 siglos de historia y una naturaleza interior serena y multicultural.

Ibiza es célebre por sus playas, con 50 calas de azul turquesa salpicadas en 200 kilómetros de litoral, y sobre todo por su potente oferta de ocio nocturno. Pero la esencia de este pedazo de tierra (571 km2 del Mediterráneo occidental que fascinó a los intelectuales de los años 50, a los hippies en los 60 y al posterior turismo masivo va más allá de las playas y las discotecas: la isla es un crisol de civilizaciones que concentra 27 siglos de historia, de invasiones y conquistas, de culturas y convivencia.

Ibiza es Patrimonio de la Humanidad desde 1999, y para conocerla a fondo hay que recorrer al atardecer los primeros asentamientos fenicios de Sa Caleta o la necrópolis del Puig des Molins, pasear por las murallas renacentistas de Dalt Vila o disfrutar de la naturaleza en los bosques y senderos de Es Amunts (al Norte de la isla). El tiempo se detiene en los pequeños pueblos del interior, que mantienen las tradiciones casi inalteradas. La cultura popular se puede apreciar en las fiestas patronales, donde suena la flauta y el tambor para realzar la belleza del baile ‘payés’, de ancestrales raíces, un folclore único que en nada se parece a las celebraciones tradiciones de Mallorca o la península ibérica.

Esta isla creativa, cosmopolita y hedonista se refleja asimismo en una rica oferta gastronómica autóctona, nacional e internacional. El ‘bullit de peix’ (plato de pescado de roca hervido) es una de las delicatesen que podrá degustar en los restaurantes de la costa, en cualquiera de los cinco municipios de la isla: Eivissa (también denominada Vila), Santa Eulària des Riu, Sant Antoni de Portmany, Sant Josep de sa Talaia y Sant Joan de Labritja.