Barcelona is constantly updating its market halls to enhance the shopping experience of people on the lookout for delicious Mediterranean products.
Almost everyone who comes to Barcelona has heard about La Boquería Market. Located at La Rambla, it opened back in 1840 and now receives more visitors from far and near than any other market in the city. The fact is, however, that this large number of people has made it rather hard in recent years to enjoy a leisurely walk around this market or to find a place at one of the eating establishments here that are famed for preparing the fresh products sold at the surrounding stalls. Here we’ll explain some interesting tricks for avoiding the crowds and getting a chance to taste the wonderful products that are displayed in the markets.
The real jewel in the crown of Barcelona’s market halls is the Sant Antoni Market. Eight years of refurbishing works have spruced up the 53,388 square metres of this market, making it the biggest facility of its type in the city. But this is not just a place where food is sold: it also features a museum area where you can see the ancient Roman site that was discovered during the recent restoration works, with paved stretches of the Via Augusta, the Roman road that once crossed Hispania Province.
Construido en 1882 por Antoni Rovira i Trias, sigue siendo actualmente una obra faraónica que enamora a todo el que la ve gracias a la originalidad de su estructura. Sus paradas ofrecen todo tipo de artículos además de verdura, fruta, pescado y carne, como por ejemplo, ropa, utensilios para el hogar, etc. Pero los domingos, la oferta de libros de segunda mano, cromos y sellos para coleccionistas, así como el intercambio entre los clientes, cautivan a sus visitantes.
Otro de los mercados que más llaman la atención es el de Santa Caterina. Situado frente a la Catedral de Barcelona, es fácilmente reconocible gracias a su tejado colorido y ondulado formado por pequeñas piezas de cerámica. Un tejado que culmina la transformación del mercado que se llevó a cabo en 2005 y cuyas ondas simulan los antiguos toldos que antaño cubrían los puestos. Creado ya en el año 1845, el edificio del mercado ocupa el espacio que anteriormente acogió el convento de Santa Caterina y del cual adoptó el nombre. En la época de la postguerra española, dicho mercado se convirtió en el lugar desde el cual se repartían las provisiones para la población que vivía en los alrededores de la ciudad de Barcelona. De la época del antiguo convento neoclásico todavía se conservan tres fachadas, y los techos de madera que cubren el interior de la estructura resguardan las paradas de alimentación y los restaurantes que priman por encima de todo la calidad del producto que ofrecen.
Por su parte, el popularmente conocido como Mercado del Ninot abrió de nuevo sus puertas en mayo de 2017, una vez finalizados los trabajos de remodelación que han modificado la cubierta externa y ampliado el espacio de las paradas, incorporando incluso zonas de degustación de productos. Pese a todo, la gran remodelación conservó la antigua y característica estructura arquitectónica del mercado.
Constante remodelación
Barcelona está centrada en remodelar sus mercados para impulsar el comercio de proximidad. Hasta el momento se han modernizado 19 mercados de los 39 existentes, se han creado dos e incluso se han renovado mercados no alimenticios como el de los Encants Vells. Los arquitectos se basaron en la idea de preservar la sensación de comprar al aire libre bajo una gran cubierta ‘efecto espejo’ que cobija a los visitantes y refleja la actividad frenética de este mercado. Su gran atractivo es la subasta pública donde se subastan lotes procedentes de pisos vacíos, tiendas que han cerrado y/o restos de estocs.